miércoles, 25 de noviembre de 2009

Sistema Inmunológico
















El organismo posee varias barreras que hacen más difícil la penetración de los microorganismos a su interior. Estas son:


La piel: tiene un cierto grosor y hace más difícil la entrada de los microbios al cuerpo. Esto no es así cuando presenta algún tipo de lesión o herida. Aquellos lugares que no están cubiertos por piel, tienen un tejido muy fino que los cubre llamado mucosa, cuya función es producir una secreción (sustancia) que atrapa a los microbios que entran por las cavidades u orificios naturales del cuerpo (boca, fosas nasales, ano, orificio uretral, orificio vaginal) donde esta se encuentra. También, cumplen una función defensiva la saliva, las lágrimas y las secreciones nasales.

Si los microorganismos logran atravesar la piel, actúa la segunda barrera defensiva:

Los glóbulos blancos: son células que no tienen color y forman parte de la sangre. Pueden defender al organismo, ya que tienen ciertas características que hacen posible esta acción. Los glóbulos blancos poseen la capacidad de responder frente a los órganos dañados; cuando captan la fuente infecciosa, pueden atravesar las paredes de los vasos sanguíneos y dirigirse al sitio de la infección. Esto lo hacen deformando su "cuerpo" y desplazándose, y al llegar a la infección envuelven al agente patógeno (o lo comen) y de esta manera lo destruyen.
Además de las dos barreras mencionadas, existe un tercer sistema que es fundamental en la defensa del organismo: el sistema inmune o inmunológico, que corresponde a un conjunto de estructuras ubicadas en la sangre, tejidos y ganglios del cuerpo. Ellas producen ciertos tipos de glóbulos blancos que tienen la capacidad de crear anticuerpos, es decir, sustancias químicas específicas capaces de actuar sobre las toxinas (sustancias dañinas) y anulan la acción de ellas. Por la presencia de anticuerpos, el organismo adquiere inmunidad o resistencia frente a una enfermedad.

Tipos
La inmunidad natural se puede conseguir de dos formas:
Pasiva: el organismo recibe los anticuerpos producidos por otro ser vivo de la misma especie. Por ejemplo: cuando el feto (guagua) se está formando en el útero de la madre, ella le da anticuerpos al feto.
Activa: se produce cuando el propio organismo es capaz de generar anticuerpos, con su sistema inmunológico. Esto comienza a ocurrir cuando cualquier cuerpo extraño o microorganismo penetra al organismo. Este tipo de inmunidad tiene una duración más prolongada.

La inmunidad artificial se puede lograr de dos formas:
Pasiva: caso en que el paciente es tratado con sueros que contienen anticuerpos específicos para combatir la enfermedad.
Activa: se logra cuando se introducen microorganismos muertos o atenuados al organismo; la presencia de ellos determina que el propio organismo forma los anticuerpos. Esta forma de inmunidad se logra a través de las vacunas, procedimiento descubierto por Edward Jenner.
Las vacunas representan un gran sistema preventivo en la medicina, ya que con su uso se evitan muchas enfermedades y muerte de las personas.




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