La medicina ha sufrido una transformación radical, especialmente en lo que se refiere a la capacidad de actuación de los profesionales de esta ciencia que, en nuestros días, pueden curar enfermedades que antes eran mortales, creando unas expectativas de vida muy grandes. Estos avances se manifiestan en los métodos de diagnóstico, en la terapéutica médica y quirúrgica, e incluso en la medicina preventiva.
Los avances de la cirugía son espectaculares. La utilización del microscopio, el rayo láser como elemento disector, las técnicas de los trasplantes -que han posibilitado salvar miles de vidas gracias a la implantación de órganos completos (corazón, riñón, hígado...) en enfermos desahuciados-, las técnicas de cirugía endoscópica, las múltiples y finísimas intervenciones guiadas sobre áreas muy reducidas del cerebro, e incluso los ensayos actuales de cirugía robotizada y controlada por ordenador sin que intervenga prácticamente nada la intervención de la mano humana, sumado todo ello a mejores suturas, sistemas de hemostasia, de corte y disección, han creado un panorama muy satisfactorio en la cirugía.
Pero todavía la medicina tiene que enfrentarse a numerosos retos, entre los que se encuentran el cáncer, el tratamiento de muchas enfermedades mentales como el Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, y numerosas enfermedades infecciosas como la hepatitis y el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Aunque la ciencia ha conseguido importantes logros en su lucha contra las enfermedades infecciosas, existen otras para las que no se conoce un método de combate eficaz.
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